La intolerancia a la lactosa es la incapacidad para descomponer un tipo de azúcar natural llamado lactosa. La lactosa se encuentra comúnmente en los productos lácteos, como la leche y el yogur. Una persona se vuelve intolerante a la lactosa cuando su intestino delgado deja de producir suficiente cantidad de la enzima lactasa para digerir y descomponer la lactosa. Cuando esto sucede, la lactosa no digerida se mueve al intestino grueso. Las bacterias que normalmente están presentes en el intestino grueso interactúan con la lactosa no digerida y provocan los síntomas de la intolerancia, tales como hinchazón, gases y diarrea. La afección también puede ser llamada deficiencia de lactasa.
La intolerancia a la lactosa es muy común en los adultos, especialmente aquellos asiáticos, africanos, americanos nativos, o de ascendencia mediterránea. Según la Clínica Mayo, casi 30 millones de estadounidenses mayores de 20 son intolerantes a la lactosa. La condición no es grave pero puede ser desagradable. La intolerancia a la lactosa por lo general causa síntomas gastrointestinales, tales como gases, distensión abdominal y diarrea, unos 30 minutos a dos horas después de la ingestión de leche u otros productos lácteos que contienen lactosa. Las personas que son intolerantes a la lactosa pueden tener que evitar el consumo de estos productos o tomar medicamentos que contienen las enzimas de lactasa antes de hacerlo.
¿Cuáles son los síntomas de la intolerancia a la lactosa?
Los síntomas de la intolerancia a la lactosa se presentan típicamente entre 30 minutos y dos horas después de comer o beber un producto de leche o productos lácteos, y pueden incluir:
- calambres abdominales
- hinchazón
- gas
- Diarrea
- náusea
Los síntomas pueden variar de leves a severos. La gravedad depende de la cantidad de lactosa que se consumió y la cantidad de lactasa que la persona ha hecho realidad.
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