El selenio es uno de los nutrientes «esenciales» para los seres humanos, lo que significa que nuestros cuerpos no pueden generarlo, y por eso tenemos que obtenerlo de nuestra dieta. Sin él, el corazón, las articulaciones, los ojos, el sistema inmune o sistema reproductor pueden sufrir. Sin embargo, los seres humanos sólo necesitan comer un rastro de selenio cada día, alrededor de 55 microgramos o millonésimas de gramo.
El selenio se descubrió como un elemento en 1817 por el químico sueco Jöns Jacob Berzelius, quien determinó los pesos atómicos de muchos elementos y desarrolló un sistema de símbolos químicos. Se pensó primero en que era una toxina, pero los científicos determinaron que el selenio era un mineral esencial en la década de 1950. Por la década de 1960 los médicos comenzaron a investigar sobre sus interesantes propiedades.
Los científicos ahora saben selenio es necesario en la producción del cuerpo de selenoproteínas, una familia de proteínas que contienen selenio en forma de un aminoácido. Hasta el momento, 25 selenoproteínas diferentes en el cuerpo han sido aisladas, pero sólo la mitad de sus funciones han sido identificadas. Diferentes investigaciones han encontrado que las selenoproteinas están involucradas en el desarrollo del embrión, el metabolismo de la hormona tiroidea, la defensa antioxidante, la producción de esperma, la función muscular y la respuesta del sistema inmune a las vacunas.